lunes, 10 de septiembre de 2007

RE-EDUCACIÓN PARA LA CAMARADERIÁ

Leo con estupor que la justificación de la Ministra de Educación para imponer Educación para la Ciudadanía (EdC) es que sus contenidos son, entre otros (esos “otros” no los menciona la Ministra…), la Declaración Universal de Derechos Humanos y los principios Constitucionales, y que “le resulta difícil comprender cómo alguien puede oponerse a estos principios”.

La argumentación es maquiavélica y de una cara dura asombrosa, propia de la demagogia que la izquierda lleva en sus genes. O esta señora no se entera de nada, o actúa de mala fe. No hay otra opción. Intentaremos explicarle amablemente a la señora Ministra de “Re-educación socialista”, (perdón, “Re-educación” socialista), nuestros argumentos.

En primer lugar, señora Ministra, la negativa de los que amamos la Libertad a esa asignatura es ajena a los contenidos de la misma. El debate, que usted interesadamente circunscribe a los contenidos, de los que, por cierto, sólo describe los que le interesan, no esta en qué es lo que se enseña a los niños en EdC, sino la propia existencia de EdC.

Se lo diré más claramente: si EdC enseñara a nuestros niños los principios morales del Liberalismo, y sus textos estuvieran influenciados por Hayek o Mises, yo, como liberal, me opondría igualmente con todas mis fuerzas a esa asignatura. El debate, señora ministra es que ni usted, ni ningún gobernante tiene autoridad moral para inculcar “valores” a nuestros hijos. Sean estos valores tan loables como la Declaración Universal de Derechos Humanos, o tan “opinables” como “enseñar a gastar a nuestros hijos” , “creer en el desarrollo sostenible y el calentamiento global” o a “asumir todas las opciones sexuales con la misma naturalidad”.

La labor de su ministerio debería limitarse, y no es poca tarea, a conseguir una buena capacitación intelectual, objetiva y profesional de nuestros menores, y un mínimo común denominador para toda la nación, que no permitiese desigualdades como cercenar la posibilidad de expresarse en español, o limitar los conocimientos geográficos e históricos de nuestros pequeños a la comunidad autónoma a la que pertenezcan. El resto, querida ministra, no es tarea suya ni de ningún político. Usted no tiene derecho a inculcar valores a mis hijos. Léase la Constitución que dice defender.

En segundo lugar, presume usted que el hecho de que algunos padres no conozca los derechos fundamentales a través de cacareadas leyes, significa que son unos ignorantes que no sabrán educar a sus hijos en la tolerancia, el respeto a la ley, y la defensa de la Libertad. Ignora usted que, sin EdC, los padres hemos educado a nuestros hijos en libertad, y no se ha producido ningún cataclismo por ello. ¿Por qué ese empeño en cambiar un modelo que funciona desde hace siglos? ¿Por qué esa repentina prisa porque el Estado se apropie de las conciencias de nuestros hijos? ¿Qué argumento moral y legal existe para creer que el Estado puede educar mejor a mis hijos que yo mismo? ¿Es la sociedad española una sociedad primitiva, analfabeta, cruel, a la que haya que “educar” por parte de sus ilustradas señorías?

¡Qué nivel de desprecio hacia quienes les pagan los sueldos, señora ministra! ¡Qué prepotencia la suya y la de su gobierno al pensar que los españoles somos idiotas que no sabemos hacer la o con un canuto!

En conclusión, señora ministra, en la humilde opinión de quien es dueño de su Libertad y no inquilino de la misma, permítame aconsejarle a usted y a su gobierno: limítense a hacer cumplir las leyes, y, en especial, esas que dice usted que no se comprende como se puede uno oponer a ellas: la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución española. Y, háganos un favor, demuéstrenoslo con hechos: defienda esos principios y luche porque todos los españoles puedan escolarizarse en español en cualquier parte del territorio; luche porque todos los españoles conozcan la historia de su nación, y los aspectos geográficos de la misma; luche porque su gobierno no permita galescolas, ikastolas, y demás intentos de adoctrinamiento antiespañol y liberticida.

Y, por cierto, empecemos por algo bien sencillo, señora ministra: luche porque en Cataluña, País Vasco y Galicia, se enseñe a todos los niños esa Constitución y los símbolos que nos representan a todos, incluída la bandera.

Atentamente, un humilde ciudadano que, con sus esfuerzo, le paga a usted su, a buen seguro, generoso sueldo.

Saludos liberales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdo el debate del estado de la nación, con Zapatero esgrimiendo un libro de texto de educación para la ciudadanía, y diciendo...señor Rajoy, señor Rajoy no le consiento que desprecie esta asignatura, dígame algo que no le guste.

Como Rajoy no le contestó, lo haré yo (como si fuese Rajoy).

"Mire señor Zapatero, lo malo de esta asignatura, y de todas las asignaturas que se enseñan en los colegios e institutos es que las decide usted. Nosotros los políticos decidimos todo, la materias, contenidos y lenguas, politizando la educación de los jóvenes a nuestro antojo.

Somos la vergüenza de la casta política y merecemos el desprecio de los ciudadanos por adoctrinar a los más indefensos y encima lograr pésimos resultados de calidad.

Yo no quiero participar ni un instante más en semejante atrocidad, y me comprometo a liberalizar la educación para que ni usted, ni yo, ni nadie nunca más vuelva a verse tentado de manipular, aunque tenga la mejor de las intenciones".