jueves, 20 de septiembre de 2007

La reivindicación del cristianismo

Harto. Esa y no otra es la palabra que define mi estado de ánimo con tanta tontería y cobardía. Estoy harto de esa nueva moda de que la escuela "no es el lugar para estudios religiosos". Esta sóla aseveración va en contra de la Historia con mayúsculas: negar la importancia de la Iglesia en la historia del conocimiento es de una soberana estulticia. Miren ustedes: yo no tengo ningún problema en admitir que soy cristiano y que creo en los valores de Occidente. ¿Y alguien puede negar que valores como la Libertad, la Justicia, la Vida, la Solidaridad,la defensa del individuo, la defensa de las minorías contra el absolutismo, no están expresamente reconocidas en el discurso cristiano? ¿Pero es que resulta que Europa se ha construído moralmente ajena al cristianismo?¿No se ha asimilado desde tiempos remotos Occidente y Cristiandad?¿Por qué esa obsesión porque el Estado enseñe a nuestros hijos los derechos fundamentales recogidos en la Constitución y se niegue a nuestros hijos la opción de enseñarles los principios morales que han inspirado las Constituciones mismas? Nadie en su sano juicio puede afirmar que se pueden defender principios por el sólo hecho de que estén recogido en textos con rango de Ley Fundamental. Esto es puro positivismo. Los principios morales no existen porque están recogidos en las leyes. No están sometidos a las coyunturas políticas y por esto deben ser ajenos a ellas. Los princpios morales se asientan en la espiritualidad. Nadie que no tenga principios morales bien arraigados, que CREA en ellos, que los entienda como propios, puede estar dispuesto al SACRIFICIO, esto es, a la solidaridad, a procurar el bien, a evitar el egoísmo, a colaborar al bien común. No se puede creer en valores como si éstos fueran meras frases hechas. Los valores como la defensa de la Vida y de la Libertad no se defienden si no SIENTEN. La moral es previa a la Ley, e, incluso, si la Ley contradice la moral, pierde su legitimidad. ¿Cómo explicar a un niño la necesidad de sacrificarse por los demás, de defender la vida, de defender la justicia, como un bien supremo, si mañana la Ley cambia e impone discriminaciones e injusticias ajenas a estos princpios?¿Cómo convencerle de que olvide su egoísmo si esas nuevas leyes le benefician en perjuicio de otros? No empecemos la casa por el tejado: los valores cristianos, germen de Occidente, no pueden obviarse, porque, de lo contrario, este vacío se llenará pronto con algo terrorífico para un sociedad: el nihilismo, el relativismo moral, e, inexorablemente, la decadencia.
Menos positivismo, y más principios.

Saludos liberales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha costado trabajo encontrarte pero lo he hecho.

Muy bien escrito y con fuerza, con estusiasmo, lo que atrae al lector.

Saludos

Joaquin