lunes, 11 de octubre de 2010

El día de España, el día de los españoles

12 de octubre de 2010, día de la Hispanidad, día de España y de su cultura milenaria, su influencia y su historia. Día de celebración por nuestra innegable importancia en el desarrollo de Occidente, de nuestro sello eterno como puente entre Europa y América. Somos una antigua y gran nación, y debemos celebrarlo con naturalidad y sin complejos.
Pero precisamente hoy debemos recordar que la historia de los pueblos no es sino la historia de sus gentes, de sus ciudadanos. Y por ello, las naciones dependen de la fortaleza de su sociedad civil, de sus valores y de su empeño en la defensa de los derechos individuales.
Hoy, en el día de España y de la Hispanidad, debemos recordar los valores que fundan las grandes naciones. Valores como la libertad, la responsabilidad, el trabajo y el esfuerzo, la solidaridad, la grandeza de los afectos comunes frente a los localismos y aldeanismos.
Y todos estos valores se encuentran en cada uno de nosotros como personas, como individuos. Debemos tomar de nuevo conciencia de que una sociedad es un conjunto de individuos organizados, pero libres en su empeño por alcanzar sus metas individuales. Y que la mejor manera de conseguir esos medios es la cooperación, el intercambio libre, y el respeto por la Vida, la Libertad, y la Propiedad.
Y es necesario que España inicie la senda de la regeneración, de la limitación del poder, de la exigencia de límites al poder de los gobiernos. Reivindicar un poder limitado que se justifique en la garantía de nuestros derechos, y no en su administración. Somos propietarios de nuestra Libertad, no inquilinos.
Y esta regeneración no es un simple cambio de gobierno, sino un cambio de sistema, de su raíz, de su fundamento. España necesita cuestionarse temas que hoy se dan por irrebatibles. Necesitamos cuestionarnos si el modelo institucional que nos hemos dado es, no sólo lógico, o eficiente, sino moral. Necesitamos cuestionarnos si debemos mirar siempre al Estado, en cualquiera de sus formas (Central, Autonómico o Local) para que nos solucione los problemas, o si, por el contrario, debemos limitar su poder, eliminar administraciones y exigir que se liberen las fuerzas sociales, para que sea el mercado, o sea, los ciudadanos, quienes puedan buscar sus propias soluciones. Necesitamos cuestionarnos si nuestro dinero, la consecuencia de nuestros esfuerzos, debe estar en manos de los políticos, o en manos de los inidividuos y de las familias que lo han ganado.
Porque el principal problema de España lo constituye hoy su sistema político, su casta política, su hipertrofiado estatismo, su metástasis intervencionista que afecta ya a las unidades organizativas más simples.
Antaño luchamos por nuestra dignidad y nuestra independencia como nación. Luchamos contra el invasor. Y la lucha no la ganaron las administraciones, no la burocracia, rendida al francés, sino las Juntas, la sociedad civil organizada en defensa de su independencia. Hoy, doscientos años después, España necesita de nuevo luchar por su independencia, por su ciudadanía, por su libertad. Y, como antaño, es utópico encargar en exclusiva esa lucha a nuestros burócratas, a nuestras hipertrofiadas y corruptas administraciones que viven, precisamente de que nada cambie.
Hoy, como hace doscientos años, el futuro de España está en los propios españoles, en sus ciudadanos. Porque España no es un Estado, no una Comunidad Autónoma, no un Ayuntamiento. España es, en esencia, el conjunto de millones de españoles que la forman. Y toca volver a remangarse y recordarle a nuestros políticos que ellos “trabajan para nosotros” y no “nosotros para ellos”. Hace falta no sólo decírselo, sino exigírselo.
Ayer fueron Juntas contra el francés, ¿por qué no hoy juntas ciudadanas contra el intervencionismo estatal, contra el relativismo moral, y contra la negación de España, de su historia, de sus raíces, contra la resignación de ver cómo se niega el futuro a las próximas generaciones con políticas de endeudamiento, gasto público, subsidios y estrangulamiento de la iniciativa privada y del ahorro de los españoles con subidas de impuestos para pagar la factura del despilfarro?
Hoy, en el día de la Hispanidad, España necesita despertarse, unirse, desperezarse y empezar a luchar por su supervivencia como nación próspera, liberal, occidental y democrática. Y eso pasa por potenciar la trama de afectos entre sus ciudadanos de todas las regiones, pasa por alentar y promover el movimiento ciudadano, de organizaciones y asociaciones que exijan a nuestros representantes el cumplimiento de sus mandatos, que les exijan decir la verdad, que les exijan no interferir en la vida privada de los ciudadanos, que les exijan no expropiar su esfuerzo y su ahorro vía impuestos para apuntalar castas parasitarias.
Porque el mejor homenaje a España en el día de la Hispanidad, es recuperar el poder ciudadano. Es recuperar, en esencia, el sentido común, la unión entre sus gentes, el fortalecimiento de los elementos que nos unen, de nuestro patrimonio cultural, de nuestra lengua común, dentro del respeto más absoluto a la libertad individual. Recuperar la confianza en el individuo y en la familia como verdaderos motores del progreso de una nación.
Porque la meta más honorable para un español debería ser luchar porque, una vez más, España y Libertad vuelvan a ser sinónimos. Somos españoles. Podemos.
¡Viva España!