lunes, 25 de febrero de 2008

La responsabilidad del voto

Votar no es jugar. Las elecciones no son un reality en el que decidir si tal o cual personaje debe "abandonar" la isla. Un voto es una responsabilidad. Un voto es, por definición, una decisión temporal sobre una realidad actual y una posibilidad futura. Está sometido a la coyuntura del momento, a las circunstancias y a la objetividad del análisis del elector. No se trata de rendir culto sagrado a tal o cual partido. El voto cautivo es síntoma de democracias débiles. Cada vez que un votante se inclina por unas siglas como algo propio, inamovible, tradicional o de obligación familiar y social, está mandando un mensaje claro: no cree en la democracia. Creer en la democracia es creer que todo gobierno es temporal y limitado, y puede y debe ser cambiado si las cosas no funcionan de manera eficaz. Por definición, la democracia consiste, entre otras cosas, en eso mismo: en la posibilidad de derrocar al gobierno de turno sin derramamiento de sangre, o de manera traumática: la garantía de la alternancia en paz. Por eso, porque nos hemos dotado de un sistema democrático con elecciones periódicas, y posiblidades reales de alternancia en el poder, se debe apoyar sin fisuras un cambio si la ocasión lo merece. Desde esta óptica democrática, cualquier voto a ciegas es una muestra de debilidad del sistema, y cualquier apelación al voto tribal contra el otro, una muestra del carácter antidemocrático de la formación que lo pide. Todo ciudadano debe confiar en poder cambiar de gobierno si éste traiciona sus más elementales principios. No hay nada raro en ello, ni se debe ver como una "anormalidad", sino como una muestra de higiene democrática. No hay siglas perpetuas ni personajes infalibles. Antes al contrario, son los principios los que deben presidir la formación de la opinión previa a la decisión de votar una u otra opción, o, simplemente, no votar. Los principios que han de presidir la formación del voto son de suma importancia. Tales princpios se pueden resumir, sin perjuicio de más condicionantes, en:
- La exigencia de la defensa de la Libertad: defender que no existan derechos colectivos o de territorios, sino derechos individuales de los ciudadanos. Son las personas las que tienen derechos, no los territorios, ni las lenguas, ni las instituciones. Garantizar la Libertad, es garantizar la democracia.
- La exigencia de responsabilidad a los gobernantes. Este principio supone el castigo democrático a aquellos políticos que han utilizado y utilizan la MENTIRA como argumento constante. Es fácil detectar a un gobernante mentiroso: suele hacer lo contrario de lo que dice, y después, decir lo contrario de lo que había dicho, negando la evidencia. Supone también la certeza de que un gobernante que ha mentido y le ha salido gratis, volverá sin duda a hacerlo. Los políticos son auténticos depredadores y huelen la debilidad del electorado. Si le funciona, no cambiará.
- La exigencia a los gobernantes de anteponer los intereses generales del país a la continuidad del gobernante en el poder. Aquel político que ve con recelo la limitación de poder, es, en potencia, un peligro para la Libertad de los ciudadanos. ¿Cuántos de nuestros políticos tienen experiencia laboral fuera de la política?
- La exigencia a los gobernantes de la primacía del imperio de la Ley y el Estado de Derecho. Es vital para la supervivencia de una democracia liberal, abierta, de un Estado de Derecho en el que los ciudadanos sean iguales ante la Ley, que los gobernantes JAMÁS igualen a delincuentes con ciudadanos. No se puede permtir la exención temporal de la ley en aras a ninguna negociación. Los delincuentes, a las cárceles, la política, al parlamento. Ningún ciudadano aceptaría que la policía negociara con los violadores para que dejaran de delinquir, suspendiendo los juicios y las detenciones de éstos hasta que "verificaran" la intención de los violadores de dejar de violar. ¿Por qué hemos de aceptar sin embargo que el gobierno "negocie" con asesinos y aplique la Ley según el desarrollo de esa negociación?

Sin duda existen numerosos principios además de los expuestos, que tendrán mucho peso a la hora de determinar el voto de los ciudadanos: economía, gasto social, libertad de enseñanza, etc. Pero, sin dejar de ser importantes, los aquí mencionados suponen los cimientos sobre los que construír un país próspero un país moderno, un país de libertad y de igualdad ante la Ley, que garantice la libertad de sus ciudadanos.

No me corresponde determinar si tal o cuál partido cumple con los principios aquí expuestos. Simplemente, creo que todos deberíamos reflexionar sobre qué modelo de país queremos para nuestros ciudadanos, para nuestas familias, y, después de comparar la realidad con los principios, votar en lógica consecuencia, sin prejuicios culturales, sin ataduras de siglas. Votar tan sólo en defensa de PRINCIPIOS que todo demócrata ha de defender de la única manera que se puede en tiempos de paz y prosperidad democrática: con el voto.

domingo, 10 de febrero de 2008

De cómplices, delincuentes y otra gentuza

La Coruña 8 de febrero de 2008, 20:00 horas. Un grupo de ciudadanos libres, pacíficos, previa solicitud a la Delegación del Gobierno, cumpliendo exquisitamente todos los trámites legales, se reúnen en el Obelisco coruñés para defender lo obvio: la LIBERTAD de poder elegir la lengua en la que quieren que sus hijos aprendan conocimientos básicos para su desarrollo. No se manifiestan contra lengua alguna, sino contra una legislación aberrante que impide a los padres la libre elección de la lengua vehicular de sus hijos. Sentido común. Pásense por la web de la convocante del acto, la Mesa por la Libertad Lingüística, www.libertadlinguistica.com y revisen sus principios. Infórmense, no lean periódicos ni opinión, infórmense.
Pues bien, en ese contexto, aparecen en la convocatoria legal un grupo de unas cien personas, sin autorización, es más, con pintas de no pedir permiso a nadie para nada, luciendo distintivos y lemas independentistas, gritando consignas naZis contra los ciudadanos que legal y pacíficamente estaban concentrados, identificando despectivamente a éstos como "fascistas", "españoles" y demás lindezas.
Es de reseñar que, sin previa solicitud, ya se habían personado en el lugar numerosos efectivos policiales, lo que nos indica que "alguien de arriba" ya sabía que los radicales independentistas harían acto de presencia en el lugar.
Puestos en situación, conviene recordar ahora ciertos aspectos siniestros de tal desarrollo de hechos:

1.- La Mesa por la Libertad Lingüística, organización convocante cumplió escrupulosamente todos los requisitos establecidos en la Ley Orgánica reguladora del Derecho de Reunión, derecho consagrado en nuestra Constitución española como derecho fundamental de especial protección.
2.- En esa convocatoria no se solicitó presencia policial, a pesar de lo cual, alguien de la autoridad gubernativa envió efectivos policiales antidisturbios al lugar, lo que indica la sospecha o evidencia de esta autoridad de que grupos organizados radicales iban a reventar un acto legal.
3.- A pesar de su presencia, en ningún momento los policías procedieron a disolver la concentración ilegal, limitándose a mantenerse en el medio de ambas, en una equidistancia entre delincuentes y ciudadanos que respetan las leyes, impropia del uniforme que visten.
4.-Una vez iniciado el acto por la MLL, los radicales impidieron de hecho el desarrollo del acto, gritando graves insultos, vociferando sin parar e impidiendo, por tanto el ejercicio de un legítimo y fundamental derecho recogido por la Constitución.
5.-La actuación policial, es decir, la dirección política de la policía, es decir, el Delegado del Gobierno, el señor Ameijeiras, en clara dejación de funciones, sino negligencia y prevaricación, no intervino para defender los derecho fundamentales de los convocantes legales, ni tan siquiera separó a los dos grupos, los delincuentes y los ciudadanos respetuosos con la ley, inculcando así gravemente lo dispuesto en el artículo Tercero, punto segundo, de la Ley Orgánica reguladora del Derecho de Reunión, que expresamente dice: "2. La autoridad gubernativa protegerá las reuniones y manifestaciones frente a quienes trataren de impedir, perturbar o menoscabar el lícito ejercicio de este derecho."
6.- La lógica consecuencia de todo lo anterior, fue la imposibilidad del acto organizado por la MLL, y, lo más grave, y directamente relacionado y causado por la negligente actuación del Delegado del Gobierno, la AGRESIÓN BRUTAL de radicales independentistas al joven Secretario General de Nuevas Generaciones del Partido Popular en La Coruña, a quien agredieron mientras se disolvían la concentraciones, y en presencia policial.
7.- Pero con diferencia, la más ignominiosa actuación fué la de la prensa local, al servicio del gobierno naZionalsoZialista de Galicia, que, a pesar de estar algunos en el acto, informaron tendenciosamente a los ciudadanos en sus periódicos: La Opinión de A Coruña, El Ideal Gallego, y por omisión, La Voz de Galicia (que dió una cobertura ridícula, como siempre hace con quienes no siguen los dictados del poder). Informaciones sesgadas, volcadas en apoyar y dar una imagen de víctimas de los AGRESORES NAZIS, lo que nos sitúa en la triste realidad gallega: todos remando a favor de un naZionalismo identitario y obviando y vilipendiando a aquellos ciudadanos que, lejos de someterse cobardemente como los medios de comunicación citados, luchan cada día, arriesgando su integridad física, porque en Galicia siga prendiendo la llama de la LIBERTAD.

Tomemos nota y actuemos en consecuencia. Saludos liberales.