lunes, 18 de junio de 2012

Rajoy, ¿nuestro Churchill o nuestro Chamberlain?

Con gran tristeza debo decir, en la vuelta al blog, que se han cumplido mis peores presagios. El nuevo gobierno, al que he votado, está totalmente equivocado en sus análisis y estrategias. Si ya he defendido públicamente el tremendo error de las primeras medidas del gobierno Rajoy: subida de IRPF, amnistía fiscal y subida de impuesto de Sociedades a las empresas más productivas y eficientes de la nación, ahora debo reconocer que dichas medidas no fueron un error, fueron más bien un síntoma de la peor enfermedad en la que puede incurrir un gobierno en tiempos de crisis. El gobierno sigue anclado en las políticas de centrismo electoralista, de caminos a medias y de iniciativas pensadas para que no hagan perder votos al partido en el gobierno. Siguen gobernando en la creencia de que lo importante es mantenerse. Y, por evidente que parezca, se han olvidado de que estamos inmersos en la mayor y más grave crisis moral, institucional, y, en consecuencia, económica, de España de las últimas décadas. No se han dado cuenta de que su misión, bajo esa mayoría absoluta que los españoles les han otorgado, es SALVAR a la nación, muy probablemente de la única manera posible: inmolándose electoralmente, adoptando las drásticas medidas que el país necesita. Y hablamos de medidas DE VERDAD: el desmantelamiento total de ese engendro antihistórico que es el Estado de las Autonomías, reducción drástica de empleados públicos y administraciones, y reducción, bajo el principio de subsidiariedad, del Estado del Bienestar por ineficiente, costoso y lastre de España. Todo lo demás es corresponsabilidad con el desastre y el hundimiento de la economía española. Yo, y creo humildemente que millones de españoles, votamos al señor Rajoy en la esperanza de que entendiese lo crítico de la situación y para que se reafirmase en las politicas que funcionaron con los gobiernos de Aznar (aunque ciertamente tampoco Aznar fuera un verdadero liberal en muchos aspectos). Pero comprobamos con una mezcla de estupor, sorpresa e indignación, que no se han enterado de nada. Siguen jugando a las políticas del avestruz, con el presidente de España absolutamente escondido y sin dar la cara ante la opinión pública, ocultando a los españoles la gravedad de la situación (aunque me temo que los más de cinco millones de parados ya son plenamente conscientes), y sin tomar ni una sóla de las medidas drásticas que la nación necesita. ¿Puede soportar España un organización institucional de 17 Estados?¿Puede soportar una Sanidad desbocada?¿Puede soportar una Educación estatalizada y de unos resultados absolutamente mediocres, que condenan a generaciones de españoles al paro?¿Puede soportar un nivel de funcionarios tan descomunal?¿Puede soportar un mercado laboral secuestrado por esa inmundicia llamada "convenios colectivos"? ¿Puede soportar la INMORALIDAD de ver cómo los POLÍTICOS han quebrado las cajas de ahorro y ahora nos ENDEUDAN para recatarlas sin exigir si quiera responsabilidades de las personas que estaban en sus consejos de administración (partidos, sindicatos, etc)?¿Puede soportar que el Estado siga FINANCIANDO, con impuestos de todos, sindicatos, partidos, patronal? Y por último, ¿será el gobierno capaz de tomar estas medidas? Me viene a la cabeza un ejemplo histórico que algunos debieran recordar a menudo. Me acuerdo de Neville Chamberlain, ese político inglés que defendió la teoría del "apaciguamiento" ante Hitler y los nazis, negándose a ver la realidad que tenía ante sus narices. No supo o no quiso enfrentarse al mayor peligro que amenazaba a su nación. Y la cosa acabó como acabó, porque la realidad no cambia por el hecho de que uno cierre los ojos y no la quiera ver o enfrentar. Conviene también recordar cómo acabó Mr. Chamberlain una vez constató su fracaso: dimitió y dio paso a un tal W. Churchill, que, este sí, empezó su mandato diciendo a los ciudadanos británicos, sin tapujos, cuál era la realidad y el futuro que esperaba a UK a corto plazo. Ya saben: sangre, sudor y lágrimas. Y el pueblo lo entendió, le dio el mando, ganó la guerra...y lo despidió. Una leyenda de la política, que vivió en sus propias carnes la ingratitud de la política, pero que realizó uno de los actos más patrióticos que se recuerdan en UK, porque entendió que su nación estaba muy por encima de los intereses electoralistas o partidistas. La pregunta es obvia: ¿tiene España un Churchill en la Moncloa o en la recámara? Veremos. Por último, y para ser justos, Mr. Chamberlain, una vez se quitó de en medio, prestó su apoyo total a Churchill, incluso apoyando su nombramiento. Una muestra de grandeza, de patriotismo y de humildad que también debiera servir de ejemplo en esta España cainita y partitocrática. Salud y Libertad

lunes, 5 de marzo de 2012

Infanticidio y aborto, ¿valores liberales?

Retomo el hilo de este blog, asqueado por un artículo publicado por una revista "dizque" científica en la que se justifica moralmente, nada más y nada menos que el INFANTICIDIO, esto es el asesinato de un recién nacido una vez producido el parto, y aún después de varios meses. Como lo oyen. Y, siendo esto una verdadera atrocidad y una inmoralidad, no deja de tener un argumento coherente con las teorías defensoras de la cultura de la muerte, esto es, el aborto y la eutanasia. Nada nuevo bajo el sol: dignos herederos de la eugenesia y la "pureza de la raza" proclamadas por regímenes que creíamos ya olivdados.
Como era de previsible, las reacciones no se han hecho esperar y la revista ha recibido numerosas quejas y críticas de diversos sectores. Pero hete aquí que la publicación y los autores del infecto artículo (supuestos "popes" de la bioética), han contestado quejandose de las críticas de aquellos que van en contra de "los valores de las sociedades liberales". Por tanto, hemos de suponer que los "valores liberales" incluyen privar al ser humano de toda dignidad y clasificar las vidas en útiles y no útiles, eliminando éstas últimas, o defender la cultura de la muerte, esto es el aborto y la eutanasia. Nada más lejos de la realidad. Soy consciente, y muchos antes que yo, de que el término liberal ha sido prostituido y usurpado demasiadas veces. Pero esto ya es el colmo. Que se pretenda pasar por liberal el INFANTICIDIO es inaceptable. Veamos:
El concepto de sociedad liberal se basa en tres premisas irrenunciables que todo liberal debería conocer y defender: VIDA, PROPIEDAD Y LIBERTAD.
Resulta patético, por evidente, tener que recordar a estas alturas que el primero y fundamental de los derechos humanos es el DERECHO A LA VIDA. Sin ese derecho, ninguno más tiene sentido. Por lo tanto, mal se pude defender la Libertad si se niega a CUALQUIER SER HUMANO, su más elemental derecho, cual es NACER, vivir.
En cuanto a la Propiedad, si se defiende el derecho a la vida, se ha de defender que la vida de cada ser humano LE PERTENECE A ÉL Y SÓLO A ÉL, y ninguna tercera persona ni Estado es nadie para interferir en la más preciada de las propiedades de un ser humano, SU VIDA. Todo el mundo, por tanto, tiene derecho a disfrutar de su vida, porque toda vida es digna.
Y en cuanto a la Libertad, nuevamente se ha prostituído el término. Existen muchas definiciones de libertad (negativa, positiva, etc) pero, en mi opinión, no existe el concepto Libertad sin su alter ego, la Responsabilidad, no hay la una sin la otra. La ausencia de responsabilidad, de obviar cualquier sentido moral a nuestas elecciones, de renuncia a ponernos límites por encima de nosotros (sin entrar en si ese límite es Dios, la Moral Universal, o la Ley Natural), siginificará la llegada del relativismo primero, y del nihilismo después, con sus funestas consecuencias padecidas por millones de personas a lo largo de la historia. En conclusión, no hay Libertad si nuestro sentido de la Responsabildiad de nuestras elecciones no está cimentado en valores firmes y que trasciendan al ser humano. Sin límites, sin autocontrol, sin valores, el ser humano se bestializa y la vida se reduce al capricho de nuestros placeres.

Pero otra de las premisas básicas en el orden social liberal es LA LIMITACIÓN DEL PODER. Alguien que se precie de ser liberal ha de ser desconfiado por naturaleza con el poder. Ha de ser un firme defensor del gobierno limitado. Cualquier liberal sabe que el poder corrompe, y que el Estado puede ser una máquina letal que devora los derechos y las haciendas de los ciudadanos. Por lo tanto, ningún liberal puede defender criterios eugenésicos o eutanasias, pues ha de ser sabedor de la peligrosísima ventana que se abre contra los ciudadanos, y aún de entre ellos, contra los más indefensos, los nasciturus, los fetos, los bebés, los niños o los ancianos o discapacitados físicos y psíquicos. De la defensa de la eutanasia o el aborto (no digamos el infanticidio), al exterminio, hay pocos pasos.

Volveré sobre este tema en más ocasiones, pero valgan estas líneas para mostrar mi doble indignación por el artículo antes mencionado y la revista en la que fué publicado (que, obviamente, tiene todo el derecho del mundo a publicarlo, pero también a recibir durísimas críticas por ello): la atrocidad moral argumental del propio artículo (que trataré de desmontar en otro post), y la insidia de calificar de liberal los valores de la contracultura de la muerte. No hay sociedad liberal que funcione sin cimientos morales sólidos en defensa de la VIDA, LA LIBERTAD Y LA LIMITACIÓN DEL PODER.

Salud y LIbertad