jueves, 17 de abril de 2008

El debate ideológico

Durante mucho tiempo se ha venido afirmando que los votantes del PSOE son un bloque compacto, que, pase lo que pase, son y se siente socialistas y por tanto, se identifican plenamente con el partido, o, incluso, a menudo, contra el contrario. Aceptado lo anterior, cabe preguntarse el porqué. No existen condiciones genéticas para considerarse de izquierdas o de derechas. Más bien uno opta en función de la cantidad y calidad de la información que recibe, y/o se preocupa por buscar. Por ello es tan importante el debate ideológico en la política española. Porque es probable que millones de españoles voten una opción que no se corresponde con su manera de actuar en su vida privada. ¿Cómo es eso posible? Sencillo: por la dictadura de lo políticamente correcto, por la apisonadora ideológica que día tras día entra en los hogares españoles, bien de manera directa en medios informativos, bien de manera indirecta a través de medios, en principio, de puro entretenimiento, pero a la postre trufados de ideología.


La pulsión totalitaria se hace presente en nuestros días disfrazada de opinión pública. Lo que antaño conseguía la policía, la checa, o el ejército, de manera burda pero brutalmente eficaz, lo consigue ahora "el Ministerio de la Verdad", disfrazado de telediario, de programa de variedades nocturno o de gala de los premios Goya... Tenemos ante nosotros un escenario puramente orwelliano. Por todo lo anterior, rehuír la batalla de las ideas, tratar de manejarse dentro de un panel de juego en el que las cartas están contínuamente marcadas, es un claro suicidio social y democrático.

Hoy, en el espectro político liberal-conservador, no hay espacio para políticos abúlicos, cansinos o perezosos. No hay lugar para políticos que no sientan en sus propias carnes la imperiosa necesidad de dar contínuo respaldo a principios acorralados por las terminales mediáticas. Es una cuestión de alternancia, de higiene democrática. No hay democracia si no se tiene la facultad de elegir libremente entre dos o más opciones ideológicas claramente diferenciadas. Es necesario alzar la voz clara y firmemente en defensa de una alternativa ideológica opuesta al socialismo, y defenderla sin rubor.

Volviendo al principio, la izquierda se agrupa bajo una marca, un distintivo, un logotipo claro y fácilmente reconocible: el socialismo. ¿Bajo qué se agrupa el principal partido de la oposición en España? ¿Cuál es su marca, su logo, su símbolo? Ni siquiera se atreven a defender dignamente el calificativo de "derechas", ocultándolo en un obtuso "centro" que por su inconsistencia no se cree nadie.

La diferencia clara entre las dos opciones políticas en España hoy en día es demoledoramente evidente: mientras en la izquierda el peor presidente de la historia, el peor preparado, el más inmoral, es capaz de arroparse bajo el lema de ser "rojo y socialista", en la derecha su opuesto, infinitamente más preparado, coherente y honrado, no es tan siquiera capaz de proclamarse liberal y/o conservador y defender con la cabeza alta sus ideas. El resultado: el peor manda y el mejor...obedece.

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