Existen dos tipos de políticos: los denominados "de raza" y los denominados "tecnócratas". Dicho de otro modo, existen políticos con ideas, que creen en ellas, que convencen e irradian confianza y carisma, y políticos sin más idea que "capear el temporal" y arrimarse al sol que más calienta. Éstos últimos son simplemente una clase más de parásito, pero con un efecto demoledor para la sociedad en la que se instalan, habida cuenta del poder e influencia que poseen, a pesar de su mediocridad e indigencia intelectual .
Los tecnócratas no creen en nada más que no sea la corriente mayoritaria del momento. Son equiparables a esos niñatos que sólo se guían por las modas del momento y lo mismo se proclaman un día "siniestros" que al día siguiente están bailando "batuka" como posesos. Todo con tal de que nadie los llame "raros" o "frikis" o los sometan a cordones sanitarios.
Por desgracia en España abundan más los políticos de la segunda clase que los de la primera. Si ahora impera la moda de hacerse "simpático" a los naZionalistas, pues se proclama el galleguismo, el vasquismo, la doble nacionalidad o la ensaimada como desayuno obligatorio. Todo vale con tal de parecer "a la moda".
Con todo, lo peor es la absoluta ceguera de los líderes de los partidos "presuntamente" nacionales. Olvidan con frecuencia, acaso porque no tienen ninguna idea propia, el enorme poder que ostentan. Olvidan una de las facetas más importantes del líder de una formación política: crear opinión, liderar opciones, aportar ideas propias y diferentes, arriesgar. Lo frustrante para una gran cantidad de ciudadanos es ver a diario cómo ciertos líderes dilapidan una fuerza social imponente, por simple pusilanimidad, por no creer en nada y, sobretodo, por no creer en ellos mismos. En definitiva, por no ser auténticos líderes.
Nuestros políticos profesionales olvidan con frecuencia que las masas no siguen, por lo general, al cobarde. Quizá porque si algo define a la masa, es, precisamente, la difuminación del riesgo amparada en el número. Las masas buscan confianza, liderazgo.
Muchos "opinadores" sostienen que el actual presidente del Gobierno es lerdo, totalitario, ineficiente, peligroso, mentiroso, sectario, extremista, radical...etc. Probablemente sea todo eso y más, pero hay algo de lo que ningún líder de la oposición parece darse cuenta: políticamente hablando, NO ES COBARDE. Para que no queden dudas de mi posición al respecto lo resumiré en una frase típica: la ignorancia es atrevida, al igual que la maldad. Otro tanto de lo mismo sucede con los naZionalismos: NUNCA SE ARREDRAN políticamente hablando. Están tan ideologizados que si no se les planta cara, lo infectan todo.
Por esta razón, a mi juicio, la oposición está llevando a cabo un suicidio político. Si uno se limita a imitar al valiente o al loco, sin oponer ideas radicalmente distintas, actuando de manera cobarde, será el valiente o el loco el que se lleve a la gente de calle tarde o temprano. Las guerras entre valientes y cobardes, las suelen ganar los primeros. Sólo una opción valiente es capaz de descabalgar a un político alocado, radical, sectario y peligroso, en su huída hacia adelante.
¿Y cuál es la receta de la "presunta" oposición al ataque furibundo de radicalismo socialista y naZionalismo totalitario (valga la redundancia)? LA IMITACION. ¿Que no está de moda defender la unidad de España? ¡Doble nacionalidad! ¿Que no está de moda defender la Libertad? ¡Pues todo el mundo a negar la enseñanza en español! ¿Que no está de moda decir LA Coruña? ¡Pues todos a defender los topónimos en gallego!
La consecuencia lógica del posicionamiento de los líderes políticos de partidos "presuntamente" españoles a favor de los naZionalismos es evidente: para evitar que una pequeñísima parte de la sociedad elija LIBREMENTE radicalizar su independentismo, pues todos a hacernos "un poco naZionalistas". ¿Cómo? Muy sencillo, con el doble lenguaje:
- El "galleguismo" "vasquismo" o "catalanismo", términos pura y simplemente NAZIONALISTAS, si no se acompañan NECESARIAMENTE de los contínuos alegatos a favor de ESPAÑA y de la ESPAÑOLIDAD de GALICIA, CATALUÑA Y PAIS VASCO.
- La definición identitaria de los gallegos con el gallego, los vascos con el vascuence y los catalanes con el catalán, y no con el español (lengua "propia" el gallego, vasco o catalán y no el castellano, y por tanto, ajena ésta última a Galicia, Cataluña o País Vasco).
- La contínua renuncia a festejar con LA MISMA INTENSIDAD el día de LA HISPANIDAD que el día de Galicia, Cataluña o País Vasco (¿dónde estaba el PPdG o el PPC el 12 de octubre?)
- La renuncia a defender EL DEBER CONSTITUCIONAL DEL CONOCIMIENTO DEL CASTELLANO
- La imposición de iure y de facto del deber de estudiar en gallego, catalán, vascuence o mallorquín.
- Las contínuas apelaciones a España como algo extraño y ajeno a comunidades como Galicia, Cataluña o País Vasco a la que éstas pertenecen, "porque si no fuese así Galicia sería una isla económica" (ANF dixit)
- La equiparación del sentimiento español de los gallegos al sentimiento "europeo y americano".
- La defensa de una doble "nacionalidad" galaico-española.
Todas estas opciones políticas, defendidas sin rubor por líderes de partidos "presuntamente" españoles entrañan una enorme e histórica responsabilidad:
Por un lado, están dirigidas a romper definitivamente lazos con un concepto unitario de la nación española. Nótese que hablo de "concepto unitario de nación" no de centralismo, puesto que nuestra nación YA ESTÁ DESCENTRALIZADA en autonomías. Ese debate ya está ampliamente superado. En lo que estamos es en destruír el concepto mismo de nación española. Y a esto se suman alegremente los otrora defensores de la unidad de España, acaso porque nunca creyeron en ella, acaso porque nunca creyeron en NADA que no sea su parasitismo y su coche oficial.
Por otro lado, y esto es lo más grave de todo, se trata de una traición al poder que se ha depositado por miles de afiliados en estos líderes políticos. No se puede acceder a la presidencia de un partido con los votos de miles de personas que creen en España como nación ÚNICA, descentralizada política y administrativamente en Comunidades Autónomas, para automáticamente dedicarse a imponer desde la base una idea de España en plano de igualdad, o incluso ajena a la idea de Galicia, de Cataluña o del País Vasco.
No se puede llegar con los votos de gente que se siente española, y por tanto gallega, o gallega y por tanto, española, y pretender una idea de Galicia como nación asociada a algo abstracto denominado España por no se sabe bien qué motivos económicos o interesados. No se puede justificar la españolidad de Galicia en su dependencia económica del resto de España, o decirle a los jóvenes que sentirse español en Galicia es igual que sentirse europeo o americano. Eso es deconstruír el concepto de nación española y dar la espalda a la base histórico-social del partido que te ha elegido como representante.
¿Se imaginan que los socios del Real Madrid pusieran al frente del club a alguien que utilizase sistemáticamente la entidad merengue para inculcar a sus jóvenes canteranos la grandeza deportiva del Barcelona y las culpas históricas del Real Madrid, comprando árbitros y robando copas desde El Pardo... ?
No se puede emponzoñar las mentes de jóvenes ilusionados en hacer política dentro de un gran partido nacional con complejos sobre la defensa de la nación en la que creen o la defensa de la Libertad que están perdiendo en nombre de no se qué señas identitarias regionales. Porque en estos temas NO EXISTEN LOS MENSAJES AMBIGUOS. Hace tiempo que, por ejemplo en Galicia, los mensajes son claros: nada de España y mucho Galicia. Nada de defensa de la Libertad y mucha defensa del "galleguismo", de la "identidad gallega" y del "gallego en la sangre".
Es hora de dejar la cobardía, es hora de dejar de conformarse con ralentizar el ritmo de exterminio cultural de todo lo que huela a español e invertir la tendencia. Se trata de proponer políticas activas en defensa de lo que nos une, de lo que nos iguala a todos los ciudadanos en derechos y obligaciones, se trata de defender con firmeza que la mejor garantía de Libertad es la defensa de la nación española por ser ésta la única que no impone, por ser ésta la mejor garantía de respeto a los ciudadanos, a las personas. Respeto que se traduce en garantizar el aprendizaje de las lenguas cooficiales de ciertas regiones españolas, pero no su imposición. Respeto que se traduce en potenciar aquello que nos une y no lo que nos separa. Y hay algo que a todos une y que a nadie separa. Algo que para muchos ciudadanos significa la bandera española: la LIBERTAD, y su consecuencia, la IGUALDAD de sus ciudadanos, y el rechazo de los derechos de los territorios por encima de los derechos de las personas. España es sinónimo de Libertad y de Igualdad. Así de claro, así de simple.
Pero claro, para defender la Libertad, para remar contra corriente, hace falta coraje. Es fácil remar con la corriente a favor. Lo difícil es demostrar arrojo y valentía en tiempos difíciles. Es en estos momentos donde se forjan los grandes líderes...o los grandes parásitos.
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