viernes, 8 de enero de 2010

Tabaco, mercado, Libertad

Consideraciones sobre el proyecto de los socialistas (de todos los partidos) de prohibir fumar en bares, restaurantes y cafeterías.

1.- Un bar, cafetería o restaurante es una propiedad privada, una empresa. Su legítimo propietario es quien pone las normas de consumo de su bar, siempre que se trate de sustancias legales. Y el tabaco lo es...salvo que el gobierno lo ilegalice. No hay término medio: o se ilegaliza el tabaco, y por tanto, su consumo, o se permite a un empresario que esa sustancia pueda ser vendida y consumida en su local. Si el tabaco es legal, la prohibición de fumar en locales es un ataque frontal al sagrado derecho de propiedad y libre empresa.

2.- La solución no pasa por prohibir, sino por desregular e incentivar, y dejar que el mercado se autoregule. Si existen "no fumadores", los empresarios de verdad, es decir, los que intuyen la demanda, "verán" ese vacío y “ofertarán” locales "sin humo". El que quiera fumar irá a un bar de fumadores, y el que no a los de no-fumadores. Fin del problema. De la misma manera se abrieron en su día restaurantes vegetarianos, y a nadie se le ha ocurrido prohibir el consumo de carne roja, o de grasas saturadas en los restaurantes y hamburgueserías, a pesar de las enfermedades cardiovasculares que dicen provoca la ingesta masiva de éstas.
Otro ejemplo: imaginemos un bar en el que se venda tequila a un precio irrisorio (pongamos 20 céntimos el vaso). El tequila es una sustancia legal, de efectos bien conocidos en la consciencia (no así el tabaco) y en el hígado. Imaginen ahora cuántos chicos de entre 18 y 30 años (por poner una horquilla generosa) acudirían literalmente a "emborracharse". Imaginen el aspecto de ese bar a eso de las diez de la noche, ¿entrarían en ese bar a mantener una tertulia sobre arte y literatura? Probablemente, salvo que fuera a ingerir tequila, que no es el caso, yo, simplemente, pasaría de largo. Pero no se me ocurriría PROHIBIR el consumo de tequila en los bares. Sencillamente, buscaría una cafetería para tomarme un café tranquilamente y charlar de lo humano y lo divino. Pues algo parecido pasa en muchos locales en toda España y nadie esgrime un "derecho a entrar en una chupitería y que la gente no esté "alegre" para que yo pueda charlar tranquilamente sobre la última novela de Pérez Reverte. Y no soy menos libre por no entrar en ese bar, al contrario, soy libre de ELEGIR NO ENTRAR.

3.- El hecho de que no puedas hacer todo lo que quieres no implica que no seas libre. El límite es siempre el ejercicio de la libertad de los demás. La extensión del "derecho a todo", ese concepto de la libertad "positiva" conduce al absurdo y a la intervención "ad nauseam" del Estado en todas las esferas de la vida de los ciudadanos, bajo el pretexto de "extender los derechos". En definitiva, conduce a la imposición y a la intolerancia.

Salud y Libertad

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