lunes, 6 de octubre de 2008

SOCIALISMO Y LIBERALISMO (II)

En este momento de crisis y de pánico generalizado sería bueno reflexionar sobre cuál es el origen del mal para abordar con seriedad las medidas a adoptar en el futuro.

Según las tesis socialistas, la reciente crisis financiera de USA es consecuencia del “capitalismo salvaje” y de haber dejado campar a sus anchas a los agentes financieros sin la intervención pública. De ahí, la izquierda extrae inmediatamente la conclusión con la que lleva soñando desde 1989: no sólo el socialismo no ha muerto, sino que es el capitalismo el que ha demostrado su ineptitud, por tanto el modelo capitalista es un modelo injusto y fracasado, y debemos dejarlo atrás.

Lo que ocurre es que la realidad es tozuda, por mucho que algunos medios se empeñen en ocultarla. La causa de la crisis financiera USA tiene a mi juicio dos factores ligados entre sí como causa y consecuencia:

1.- Un conjunto de decisiones políticas públicas consistentes en intervenir el libre mercado para “garantizar” el acceso de todas las familias a una vivienda. ¿Cómo? Muy sencillo: otorgando garantías públicas a las entidades que autorizaban hipotecas impagables y rebajando los tipos de interés desde la Reserva Federal. Es decir, se elaboró un plan económico dirigido a conseguir un resultado utilizando como medio o instrumento la intervención directa del Estado en el mercado. ¿Es esto capitalismo?

2.- La consecuencia de lo anterior se acaba de ver en toda su crudeza. Si los agentes financieros, acostumbrados, en principio, a asumir las consecuencias de sus riesgos, saben con certeza que el gobierno acudirá al rescate en el caso de que la apuesta salga mal, ¿cómo creen ustedes que actuarán? Doblarán la apuesta, jugarán doble o nada. No importa: si perdemos la apuesta, la banca repone las fichas al final del juego.

Por tanto, la crisis tiene a mi entender dos factores: uno económico, directamente ligado a la ineficiencia demostrada de la intervención del Estado para “corregir” las supuestas injusticias del mercado; y otro psicológico, o más bien moral: si se diluye la responsabilidad en un tercero, las elecciones o decisiones serán cada vez más y más egoístas.

Y aquí llegamos a la conclusión: es precisamente la intervención estatal la que causa una distorsión moral en el mercado, pues éste, si opera libremente, castiga sin piedad a quienes toman decisiones antieconómicas y no permite la impunidad empresarial. Y esto lo saben bien los inversores.

Por tanto, desde una óptica liberal, la responsabilidad no es delegable en el Estado. Si cada uno debe asumir las consecuencias de sus elecciones, los inversores se cuidarán muy mucho de apostarlo todo a una sóla carta.

Alguien dirá que a pesar de todo hay quien trata de sacar el máximo partido a su negocio a costa de hundir al de enfrente. Cierto. Existen personas inmorales. Pero en esto, también hay sustanciales diferencias entre el socialismo y el liberalismo, estando éste último más próximo al conservadurismo en esa cuestión: la moral. Pero eso merece otra reflexión.

Salud y Libertad

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