lunes, 20 de diciembre de 2010

Educación y Libertad

El jueves pasado el Tribunal Constitucional publicó la sentencia sobre el recurso de amparo 7509/2005 presentado por unos padres cuya opción para la educación de sus hijos fue la de educarlos en casa, el conocido “homeschooling”, un fenómeno de carácter internacional cada vez más aceptado y regulado en los países de nuestro entorno cultural.
La sentencia se pronuncia sobre la interpretación de los apartados uno dos y tres del artículo 27 de la Constitución española, relativos al derecho a la educación, el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales o ético/religiosas, y el papel de los poderes públicos en la garantía de tales derechos.
Para el TC, “el derecho a la educación en su condición de derecho de libertad no alcanza a proteger, siquiera sea prima facie, una pretendida facultad de los padres de elegir para sus hijos por razones pedagógicas un tipo de enseñanza que implique su no escolarización en centros homologados de carácter público o privado.”
Es decir, el TC consagra el principio de “educación es igual a escolarización”, o lo que es lo mismo, “no hay educación fuera del Estado”
Por si no quedaba suficientemente claro, el TC concluye que “La educación a la que todos tienen derecho y cuya garantía corresponde a los poderes públicos como tarea propia no se contrae, por tanto, a un proceso de mera transmisión de conocimientos [cfr. art. 2.1 h) LOE], sino que aspira a posibilitar el libre desarrollo de la personalidad y de las capacidades de los alumnos [cfr. art. 2.1 a) LOE] y comprende la formación de ciudadanos responsables llamados a participar en los procesos que se desarrollan en el marco de una sociedad plural [cfr. art. 2.1 d) y k) LOE] en condiciones de igualdad y tolerancia, y con pleno respeto a los derechos y libertades fundamentales del resto de sus miembros [cfr. art. 2.1 b), c) LOE].
El TC ha consagrado, pues, la idea de que sólo el Estado es “capaz” de garantizar un libre desarrollo individual, democrático, y respetuoso con los derechos fundamentales”, finiquitando, de esta manera, el derecho a la libertad de educación en nuestro país. Para el TC, los ciudadanos somos una especie de bárbaros a disciplinar, pues no somos capaces de garantizar, para nuestros propios hijos, una buena educación en valores. Esa labor divina corresponde, según nuestro TC, al sacrosanto Estado. Porque, en última instancia lo que esta nefasta sentencia viene a sancionar es algo tan sencillo como que nuestros hijos, su educación, sus principios, sus valores, no son nuestros. Antes al contrario, nuestros hijos son propiedad exclusiva del Estado, al menos, y de momento, durante la enseñanza obligatoria.
Una vez más, el TC estira y deforma el espíritu del texto constitucional, y lo interpreta de manera socialista, vetando cualquier atisbo de parcela de independencia a los ciudadanos, en este caso a los padres, para decidir sobre su vida, hacienda y familia. Gracias al TC, nuestra Constitución es, cada vez más, una prisión y no una liberación.

Salud y Libertad

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo, me parece ha parecido tremenda esta sentencia, del tono más totalitario y liberticida. Hay todavía mucha batalla que dar.

Un saludo.w

José Mª Martín López-Suevos dijo...

Sí nuestros hijos son del Estado que los recibe, los maleduca, los vuelve más burros y después nos lo manda a casa para que los aturemos o nos gastemos un dineral en enseñanza privada cuando ya es demasiado tarde (masters, colegios privados).
El sistema público de enseñanza en España expulsa estudiantes a miles. Nuestro sistema educativo es mediocre porque mediocre es nuestra sociedad.

Que mejor expresión de la mediocridad imperante que un sistema educativo que iguala en lo malo y que no deja que nadie se salga del sistema. Bueno, casi nadie. A una familia capaz de educar a su hijo en casa, no le dejan. A una familia incapaz de atenderle, de darle un techo y comida caliente, a esa ni puñetero caso. A ese tipo de familias (marginales) la enseñanza obligatoria podría ser una salvación; pero para otras es una ratonera. LO veo en el colegio de mis hijos: con los gitanos que dejan de llevar a sus hijos al colegio y que casan a sus hijas con 13 años no se atreven.

En suma, como dices, es una interpretación socialista de la Constitución